Capítulo 10:
La Lluvia Maldita
- "Una pregunta... ¿Quiénes son ustedes y como me conocen?" - dijo Kagome cuando estaban a mitad de camino al pozo. Ella iba sobre la espalda de Inuyasha mientras Gerardo y Gabriela estaban volando a pocos centímetros de ellos.
- "Somos tus amigos. En cuanto a nuestros nombres: yo soy Gerardo, la niña a mi lado es mi hermana menor Gabriela y el niño que te está cargando es Inuyasha" - respondió Gerardo mientras volaba más cerca de ellos para hablar con ella.
- "¿Y qué hay de las demás personas?" - preguntó Kagome un poco aturullada.
- "Te los presentaremos cuando volvamos a verlos" - dijo Inuyasha mientras le dedicaba una sonrisa.
- "¿Y qué hacen ustedes viajando tan lejos de su casa?" - preguntó Kagome.
- "Estamos buscando los trozos de dos joyas muy poderosas y tratando de derrotar a un par de personas malvadas" - le respondió Gabriela.
- "Ah, ¡son héroes!" – dijo Kagome sonriendo – "Pero aún quiero saber como es que me conocen; y como llegué tan lejos de mi casa…" –
- "Es algo complicado de explicar," – dijo Gabriela – "Aunque podríamos decir que hay mucha magia de por medio…" –
- "¿Magia?" – preguntó Kagome mientras sus ojos comenzaban a brillar.
- "Sí, eso nos permite viajar por el tiempo entre tu casa y donde estamos ahora usando un lugar especial, pero también hay ciertos hechizos que han estado haciendo cosas malas con tus recuerdos" – explicó Gerardo mientras sus labios se curvaban hacia arriba.
- "¿Mis recuerdos?" – preguntó Kagome extrañada – "Aunque no creo haberme olvidado de nada…" –
- "Bueno, no le des mucha importancia por ahora" – dijo Inuyasha mientras le sonreía – "Solo confía en nosotros y todo saldrá bien de un modo u otro" –
- "Está bien" – le sonrió Kagome.
Por fortuna no tuvieron más preguntas durante el resto del trayecto y pudieron llegar sin más complicaciones hasta el pozo.
- "¿Este es el lugar especial? Entonces, ¿si entramos aquí, podremos llegar hasta mi casa?" - preguntó Kagome mientras miraba hacia el oscuro interior del pozo con aprensión.
- "Sí, ese pozo está conectado con el que está en tu casa" - asintió Gerardo.
- "Uh, pero en mi casa no hay ningún pozo... es en la casa del abuelo donde hay uno, pero... ¡Él me dijo que está prohibido entrar allí!" - dijo Kagome poniendo sus manos delante de su boca.
- "Ah, entonces iremos a casa de tu abuelo. Tu madre nos espera allí; y no te preocupes. Tu abuelo no nos dirá nada por eso" - dijo Inuyasha saltando dentro con Kagome sobre su espalda.
- "¡Oye, espéranos!" - gritó Gabriela mientras ella y Gerardo saltaban simultáneamente dentro cuando la luz del portal empezó a brillar.
- "¡Está muy oscuro aquí y muy apretado!" - gritó Kagome cuando reaparecieron en el presente.
- "¿Qué esperabas? ¿Un gran jardín lleno de flores y luz?" - preguntó Inuyasha con una voz sarcástica.
- "¡Eres... muy malo!" - gritó Kagome mientras empezaba a llorar y soltaba una rabieta desde su espalda.
- "K-k-kagome... Por favor no llores... basta por favor..." - decía Inuyasha tratando de calmarla en vano. Ella siguió golpeándole con sus manos y pies.
- "¡Bien hecho, estúpido! ¡La hiciste llorar!" - dijo Gabriela enfadada.
- "¡Ya basta todos! ¡Continuaremos con esto luego de que salgamos de aquí!" - gritó Gerardo para hacerse oír sobre el estruendo. Luego salió volando del pozo y canceló su transformación una vez fuera, lo cual Gabriela también hizo. Inuyasha saltó del pozo con Kagome en cuanto logró que se calmase un poco, y una vez estuvieron todos listos, salieron de la caseta y se dirigieron hacia la casa de Kagome.
- "¡Higurashi-san! ¡Estamos aquí!" - gritó Inuyasha desde afuera. Kagome estaba soltando risitas mientras jugaba con su cabello plateado.
- "¡Ya voy!" - contestó la voz de la madre de Kagome desde adentro.
- "Así que, ¿tienes alguna idea sobre como le explicaremos esto?" - le preguntó Gerardo a Inuyasha.
- "¡Es obvio! ¡Le tenemos que decir la verdad!" - contestó Inuyasha irritado por la pregunta para luego girarse a mirar a Kagome - ¡Y deja de halarme el pelo, Kagome!" -
- "Lo siento..." - dijo Kagome mientras dejaba de halarle el cabello con una cara de tristeza.
- "Está bien, pero ya veremos qué tan fácil te resulta decirle sobre esto" - dijo Gerardo entrecerrando los ojos.
- "¿Decirme sobre qué?" - preguntó la madre de Kagome amablemente. Todos los demás se irguieron por completo con los ojos abiertos al máximo y las quijadas caídas cuando la vieron en la peurta de la casa, ya que no sabían cómo le explicarían la situación.
- "¡Ah, Inuyasha! ¡Veo que otra vez eres un niño! ¿Era esto sobre lo que querían hablarme?" - preguntó la madre de Kagome con una sonrisa gentil.
- "No... Este... señora... Higurashi... es que..." - dijo Gerardo mirando hacia el suelo mientras jugueteaba con sus dedos índices, pero no alcanzó a decir la frase entera debido a que Kagome bajó de la espalda de Inuyasha de un salto, corrió desde detrás de él, saltó hacia su madre y la abrazó.
- "¡Mami!" -
- "¿Kagome? ¿Eres tú, hija?" - preguntó la señora Higurashi espantada mientras miraba a su hija.
- "¡Mami, te extrañé mucho!" - dijo Kagome abrazando a su madre con fuerza.
- "Será mejor que entremos. Me gustaría que me expliquen qué ha sucedido" - dijo la señora Higurashi mientras cargaba a Kagome y se giraba para entrar a la casa.
- "¿Y ahora qué?" - preguntó Gabriela mirando alternadamente a su hermano y a Inuyasha mientras ladeaba ligeramente la cabeza.
- "Será mejor que terminemos con esto de una vez..." - le respondió su hermano después de un gran suspiro, así que entraron a la casa. Inuyasha caminó sin apartar la vista del suelo y no dijo queja alguna dado que también era su deber dar las explicaciones: se estaba echando la culpa de la condición actual de Kagome.
Entraron al comedor, se sentaron a la mesa y comenzaron a contarle a la Sra. Higurashi todo cuanto había ocurrido. Luego de las explicaciones, Inuyasha, Gabriela y Gerardo estaban mirando al piso, sintiéndose culpables por lo que le había pasado a Kagome. Sin embargo, la señora Higurashi solamente les sonrió.
- "No se preocupen, no tenían forma de saber que algo así sucedería. Puede que Kagome sea otra vez una niña pequeña, pero al menos está salvo" - dijo mientras le acariciaba la cabeza a su hija.
- "Pero debimos acompañarla en ese momento..." - dijo Gabriela poniendo sus manos sobre sus piernas.
- "Al menos tú y Sango, ya que habríamos recibido una buena bofetada si lo hubiésemos intentado..." - dijo Gerardo con una cara de vergüenza mientras la cortaba. Gabriela sólo se rió al imaginarse eso.
- "Bueno, pero... ¿Tienen alguna idea de cómo regresarla a su edad real y con todos sus recuerdos?" - les preguntó la señora Higurashi mientras su sonrisa se desvanecía y los miraba inquisitivamente.
- "Aún no. Es por eso que planeamos ir tan pronto como podamos a ver a Kaede para ver si nos puede ayudar con este problema" - dijo Gerardo poniendo sus manos sobre la mesa.
- "Mami, ¿qué problema es ese?" - preguntó Kagome bostezando. No le estaba poniendo nada de atención a la conversación porque le resultaba muy aburridora.
- "No es ninguno, querida..." - le respondió su madre con una pequeña sonrisa.
- "¡Ya llegué!" - dijo la voz de Souta desde afuera.
- "¿¡Y ahora qué haremos!?" - dijo Inuyasha espantado.
- "¡No me preguntes!" - dijo Gerardo mientras se giraba instántaneamente a mirarlo.
- "¿Quién llegó, mami?" - preguntó Kagome ladeando la cabeza.
- "Es tu hermano" - respondió su madre con una sonrisa.
A todos se les puso la cara azul y quedaron con una expresión de incredulidad cuando oyeron eso, porque eso era precisamente lo que no le querían decir.
- "¿Mi hermano?" - preguntó Kagome mientras ponía un dedo frente a su boca.
- "Ya lo verás" - respondió su madre con una voz dulce.
- "¡Hola a todos!" - dijo Souta desde la puerta del comedor - "¡Es bueno volverlos a ver a todos de nuevo: Inuyasha-nii, Gerar-nii, y Gabu-chan! ¿Pero dónde está nee-chan? ¿No volvió con ustedes?" -
- "Mira por ti mismo..." - dijo Inuyasha señalando a la pequeña Kagome.
- "Qué raro... ¿Ella no podía regresar a la normalidad cuando quisiera? ¿Y por qué está más pequeña que la última vez que hizo esto?" - preguntó Souta mientras miraba a Kagome desde todo ángulo posible.
- "¿Quién es ese niño? ¿Él es mi hermano, mami?" - preguntó Kagome mientras miraba a Souta.
- "¿No me recuerda? ¿Y por qué está actuando como una niña pequeña?" - preguntó Souta mientras se giraba a mirar a Inuyasha y a Gerardo.
En un par de minutos le explicaron todo lo que había ocurrido con Kagome. Sota simplemente estaba deleitado por ello.
- "¡Vaya qué bien! ¡Ahora yo soy el hermano mayor!" - dijo dando saltos de alegría antes de finalmente abrazar a Kagome. La niña sólo soltó algunas risitas en respuesta a ello.
- "Si llegas a festejar así si me pasa alguna vez lo mismo que a Kagome, te aseguró que no vivirás para contarlo..." - le susurró Gerardo a su hermana menor.
- "¿Por qué? ¿Por qué terminaré abajo de ti?" - le preguntó mordazmente, lo cual hizo que tanto Gerardo como Inuyasha terminasen con la cara en el piso de madera de la casa.
- "¿Acaso planeas reemplazar a Kagome?" - le preguntó Inuyasha malhumoradamente. Su voz salió parcialmente amortiguada debido a que salía del piso.
- "Podría decirse que sí" - dijo Gabriela cerrando los ojos, sonriendo y poniendo sus manos en sus caderas.
- 'Y yo que pensaba que no podía volverse más presuntuosa...' - pensó Gerardo apretando los dientes.
- "Kagome, es hora de que te cambies de ropa: ese kimono que llevas no es apropiado para estos momentos" - le dijo la señora Higurashi mientras su ceño se fruncía ligeramente.
- "¡Sí! No me gusta... es tan feo y oscuro... ¡Y quiero ponerme la yukata que me hiciste para el festival!" - dijo Kagome dando saltitos alrededor de ella.
Mientras tanto, en la era Sengoku, Miroku, Sango y Shippou se estaban dirigiendo de vuelta la aldea de Kaede para buscar pistas de como devolverle a Kagome sus recuerdos. Rin y Jaken estaban con ellos, mientras que Sesshomaru se marchó a algún lugar desconocido para encargarse de otros asuntos.
- "Houshi-sama, esas nubes se ven muy extrañas..." - dijo Sango señalando hacia el cielo: las nubes eran de un color rojizo bastante inusual a pesar de que aún era media tarde.
- "Me están dando un mal presagio. Creo que Naraku y Tenebross están tramando algo..." - dijo Miroku mirando también las nubes con el entrecejo fruncido.
- "Se preocupan demasiado" - dijo Shippou encogiéndose de hombros y negando de la cabeza mientras hacía aparecer una sonrisa irónica en su rostro.
- "Shippou, ¿eres tonto o te haces?" - le preguntó Miroku cerrando los ojos con molestia.
Mientras tanto, la señora Higurashi por fin había encontrado la yukata que estaba buscando en el presente después de un largo rato de búsqueda; y Kagome la llevaba puesta en ese momento. Era de color rosa, adornada con pájaros y llevaba un obi verde. En cuanto a Kagome, ella estaba jugando con una muñeca que su madre había encontrado en su habitación.
En ese momento, llamaron a la puerta.
- "¡Correo!" -
- "Vaya, que extraño. No hemos ordenado nada, nadie nos escribe y aún es muy pronto para recibir las facturas..." - dijo la señora Higurashi yendo a recibir el correo.
- "Me pregunto que habrán recibido..." - dijo Gerardo intrigado.
- "¿Qué es el correo?" - preguntó Inuyasha ladeando la cabeza.
- "Son como los mensajeros de los daimyos de tu época, sólo que en esta época le sirven a todo el mundo" - explicó Gerardo mientras bostezaba y agitaba la mano como si estuviese espantando insectos.
- "Bueno, sólo hay una carta..." - dijo la señora Higurashi regresando del recibidor con la carta en sus manos. Ya la había abierto y estaba a la mitad de leer lo que ponía - "Tal parece que proviene de la escuela secundaria de Kagome..." -
- "¿Escuela secundaria?" - dijo Kagome mientras dejaba de jugar y miraba su madre - "Pero mami, aún estoy en el jardín de niños..." -
- "Hehe, no le des importancia, Kagome" - dijo Gabriela riendo nerviosamente - "¿Quieres jugar conmigo?" -
- "¡Yay! ¡Sí!" - dijo mientras le mostraba una amplia sonrisa a Gabriela y saltaba a su alrededor. Gabriela sacó una casa de muñecas de su Dragtemn y le pidió a Kagome que la ayudase a armarla.
- "Hablando de equipaje inútil... Le dije que sólo una muñeca y un peluche ya eran excesivos..." - dijo Gerardo con una gota de sudor sobre su cabeza.
- "No es que pudieras hacer mucho para detenerla, ¿eh?" - dijo Inyasha también con una gota de sudor encima.
- "En todo caso, ¿le damos una leída a la carta?" - preguntó la señora Higurashi con una sonrisa mientras ambas niñas seguían jugando. Ambos chicos asintieron por respuesta, así que abrió la carta y leyó:
"Estimada Higurashi-san:
Hemos recibido noticias de que un estudiante extranjero bajo el nombre de Gerardo Gallucci desea estudiar en nuestra institución a partir del mes de septiembre del presente año. Recibimos excelentes referencias de parte de su hija Higurashi Kagome; sobre que es un joven muy aplicado e inteligente. En consecuencia, hemos decido llamar a dicho joven a la institución para una entrevista, la cual se llevará a cabo en cinco días. Usted y su hija deben estar presentes a la hora de la entrevista, mientras que Gallucci-kun puede llevar a la entrevista a sus padres y otros miembros cercanos de su familia que el escoja.
Sin más a que hacer referencia..."
Seguían la firma y sello del director, el sello de la escuela y las firmas de los miembros del profesorado.
- "Oh, cielos... Esto no es bueno..." - dijo Gerardo, cuyo rostro se puso pálido de inmediato.
- "¿Por qué? El que hayamos recibido esta carta significa que tienes buenas posibilidades de entrar a estudiar aquí; y creo que eso es lo que deseas, ¿o no?" - le dijo la señora Higurashi sonriéndole.
- "Realmente quiero eso, pero... ¡No podemos llevar a Kagome así! ¡Eso le arruinaría su historial académico, por no mencionar que destaparía todo acerca de sus viajes a la Era Sengoku!" - dijo Gerardo mientras se llevaba las manos a la cabeza.
- "Sí... Realmente quiero apoyar a Gerar con esto, pero... No si termina haciéndole daño a Kagome..." - dijo Gabriela mientras miraba a Kagome con tristeza, la cual estaba jugando con su muñeca en la casita.
- "¡Será mejor que averigüen como regresarla a la normalidad lo antes posible entonces!" - les dijo Souta tragando saliva.
- "¡Mami! ¿Y dónde está papi?" - preguntó Kagome en ese momento con una sonrisa mientras apartaba la mirada de su muñeca. Tanto la señora Higurashi como Souta pusieron una cara de gravedad, pero intentaron disimularlo.
- "Ehh, Kagome... Papá está trabajando muy lejos y no volverá en muchos días, ¿entendido?" - le dijo su madre con una sonrisa, aunque sus labios estaban temblorosos.
- "Oh, muy bien" - dijo Kagome para luego soltar un gran bostezo - "Tengo sueño... Creo que iré a tomar mi siesta..." -
Luego, subió hasta su habitación sin prestarle atención a cuanto difería la decoración de lo que ella conocía: simplemente se metió en su cama y se durmió. Cuando todos abajo escucharon el sonido de la puerta al cerrarse, Souta y su madre soltaron un suspiro de alivio.
- "Sé muy bien lo que ocurrió..." - dijo Gerardo mostrando una cara de luto.
- "¿Cómo...?" - empezó Souta con sus ojos ensanchados, pero Gerardo levantó una mano para pedirle que lo dejara continuar.
- "Antes de responderte, sería bueno que Inuyasha también lo supiera..." - dijo Gerardo.
- "¿Sobre qué?" - Inuyasha notó que la atmósfera de la habitación se había vuelto muy tensa a pesar de no saber exactamente qué había sucedido. Gerardo tomó aire y suspiró largamente: no quería decirlo en voz alta, porque ya había sentido lo doloroso que era para Souta y la señora Higurashi el pensar en ese asunto, pero no le quedaba más remedio.
- "Sobre que... Kagome y Souta no tienen un padre... Por eso es que ellos viven ahora en este templo... Porque su padre murió en un accidente" - luego se cubrió la cara con las manos: pensar en asuntos relacionados con la muerte le resultaba muy doloroso.
- "No... no sabía eso..." - dijo Inuyasha mirando hacia el suelo.
- "No me extraña, Kagome jamás había querido hablar de eso con nadie. Esa pérdida fue muy dolorosa para ella... Su padre la amaba mucho…" - dijo la señora Higurashi cerrando los ojos.
- "Ni siquiera puedo recordarlo..." - dijo Souta, cuyos ojos estaban llenos de lágrimas.
- "Lamento mucho haber sacado este tema a la luz... pero pensé que sería importante que Inuyasha lo supiera..." - dijo Gerardo mirando el suelo con una gran tristeza mientras Gabriela lo abrazba.
- "Esta bien, él necesitaba saberlo..." - le dijo la Sra. Higurashi mientras le daba una palmada en el hombro - "No te sientas mal, no es tu culpa el que haya pasado esto..." -
Nadie dijo nada más, así que se dió por terminada la discusión. Cuando comenzó a atardecer, decidieron regresar a la Era Sengoku.
- "Kagome se quedará aquí..." - dijo Inuyasha en un tono duro cuando estaban por entrar a la caseta del pozo.
- "¿Perdiste la cabeza? ¡Kaede aún no la ha visto; y así no sabremos como regresarla a la normalidad!" - dijo Gerardo enfadado.
- "¡Pero va a extrañar a su madre y se pondrá toda triste por estar lejos de casa, y la pondríamos en peligro si la llevamos con nosotros! ¡Además, se convertiría en una carga mientras estuviéramos peleando!" - dijo Inuyasha aún más molesto que Gerardo mientras se paraba de puntillas para intentar igualar a Gerardo en altura, cosa en la que estaba fallando espectacularmente.
- "Ambos tienen algo de razón. Sin embargo, estoy segura que Kagome estará mejor con ustedes: a pesar de que esto haya pasado, ustedes pueden protegerla y además es necesario que vaya para que regrese a la normalidad" - les dijo la señora Higurashi llevando a Kagome en sus brazos: la niña además de la yukata llevaba puestos ahora tabi y zori en sus pies.
- "¿Regresar a la normalidad? ¿Mami... te volveré a ver?" - preguntó la pequeña Kagome mientras sus ojos se ponían acuosos.
- "Sí, querida. Dentro de poco nos veremos de nuevo" - le respondió su madre poniéndola en el suelo para que se sostuviera por sí misma. Se abrazaron la una a la otra y entonces Inuyasha le dejó que montase en su espalda - "Oh, por cierto... ¿Gerardo-kun?" -
- "¿Sí, Higurashi-san?" - preguntó Gerardo tragando saliva.
- "Quisiera preguntarte en otro momento sobre como supiste lo que le ocurrió a mi esposo" - dijo la señora Higurashi con una cara seria.
- "De acuerdo, Higurashi-san. Le explicaré todo en otra oportunidad" - asintió Gerardo con expresión neutra.
- "Muy bien. Esperaré escuchar esa explicación" - dijo la señora Higurashi con una sonrisa - "Todos, cuídense mucho" -
- "De acuerdo. ¡Bueno, vámonos!" - dijo Gerardo sonriendo mientras saltaba dentro del pozo antes que los demás.
- "¡Esa es mi línea!" - gritó Inuyasha saltando con Kagome en su espalda, mientras que Gabriela los siguió poco después entre risitas.
Cuando llegaron a la Era Sengoku, notaron que Miroku y Sango habían acampado cerca del pozo y habían dejado a Rin, Shippou y Jaken esperándolos.
- "¡Hola, chicos! ¡Bienvenidos de vuelta!" - dijo Shippou sonriendo mientras caminaba hacia ellos.
- "¡Hola de nuevo! ¿Cómo han estado las cosas aquí?" - preguntó Gerardo mientras les saludaba con la mano.
- "Bueno, solo hemos tenido un clima raro, pero no hay nada más aparte de eso" - dijo Shippou mientras su sonrisa se desvanecía y señalaba hacia las nubes rojizas que estaban en el cielo.
- "Sí, son muy extrañas... ¡Ya casi es de noche y todavía están rojas!" - dijo Gabriela mientras alzaba una ceja.
- "A lo mejor Naraku hizo esto..." - dijo Inuyasha gruñéndole a las nubes, pero luego escuchó unos ronquidos: Kagome se había quedado dormida en su espalda.
- "Vaya, debió cansarse de tanto jugar" - dijo Gerardo sonriendo mientras miraba a la pequeña.
- "¡Chicos, por aquí!" - gritaron las voces de Miroku y Sango mientras corrían hacia ellos.
- "¡Miroku! ¡Sango! ¡Ya volvimos!" - gritó Gabriela mientras les saludaba con la mano.
Cuando llegaron hasta ellos, se saludaron; y después de haber acomodado a Kagome en una bolsa para dormir, empezaron a preparar la cena.
- "¿Y qué hacían ustedes?" - preguntó Inuyasha suspicazmente.
- "Fuimos a la aldea a ver si había algo mal, pero afortunadamente todo estaba como siempre" - respondió Sango en el acto.
- "¿También tuvieron un mal presentimiento respecto a esas nubes?" - preguntó Gerardo con interés.
- "Lo tuvieron, al igual que yo..." - respondió Sesshomaru desde detrás de ellos.
- "Vaya, veo que decidiste regresar también, Sesshomaru" - dijo Inuyasha burlonamente.
- "¿Acaso crees que soy un cobarde, mocoso hanyou?" - dijo Sesshomaru con una sonrisa burlona.
- "¡No-te-atrevas-a-llamarme-así-Sesshomaru!" - gritó Inuyasha de un solo tirón por la ira.
- "¡Abajo!" - gritó Gabriela, lo cual hizo a Gerardo e Inuyasha caer al suelo.
- "¿Por qué fue eso...?" - preguntaron los dos desde el suelo.
- "Lo siento, Gerar, pero necesitaba detener a Inu" - dijo Gabriela entre risitas.
- "¡No me llames perro!" - dijo Inuyasha furioso mientras se ponía en pie al instante.
- "Así es como ella tiende a llamarte cuando le fastidia pronunciar tu nombre completo..." - dijo Gerardo girando los ojos con molestia luego de que se hubo puesto en pie - "Bueno, como sea. El plan para mañana es ir a ver a Kaede para ver como regresaremos a Kagome a la normalidad, ¿cierto?" -
- "Sí, fuimos a hablar con ella hoy y nos dijo que podríamos averiguar cómo regresarla a su edad normal si la llevamos a verla..." - respondió Sango.
- "Entonces iremos mañana a primera hora a ver a la vieja bruja, que esas nubes me dan un mal presentimiento" - dijo Inuyasha mirando hacia el cielo.
- "Concuerdo. Además, no creo que sea buena idea que nos desplacemos cuando ya ha anochecido, o que movamos a Kagome mientras está dormida" – dijo Miroku muy seriamente.
Un poco más tarde, todos estaban durmiendo, excepto por Inuyasha, el cual estaba mirando hacia el cielo desde la rama de árbol en la que estaba acostado. Kagome y Shippou estaban acurrucados en la misma bolsa de dormir, la cual estaba puesta a los pies de ese árbol.
- 'Kagome... ¿Volverás pronto con nosotros?' - pensó Inuyasha mientras miraba las estrellas.
- "Inuyasha, ¿te encuentras bien?" - le preguntó Gerardo: él se había levantado y había ido a verlo.
- "Sí, ¿por qué te interesa saberlo?" - preguntó Inuyasha con sospecha.
- "No puedes dormir, ¿verdad? Y es porque estás preocupado por Kagome..." - dijo Gerardo mientras lo miraba para luego dirigir su mirada al cielo lleno de estrellas.
- "¡No es asunto tuyo!" - preguntó Inuyasha desagradablemente mientras se ruborizaba, teniendo la sensación de que le había leído la mente.
- "Bueno, sólo quería charlar un poco, ya que tampoco podía dormir... ya que ella también me importa mucho... Ella también es muy especial para mí..." - dijo Gerardo ruborizándose y mirando al suelo.
- "¿¡Que tratas de decirme!?" - preguntó Inuyasha enfureciéndose, empezando a intuir que estaba tratando de decirle.
- "Te he dado suficientes pistas, así que dejaré que lo descubras tu mismo. Ahora será mejor que nos vayamos a dormir, ya que no podamos estar todos somnolientos si los monstruos nos atacan, ¿no?" - dijo Gerardo mientras giraba y regresaba a su bolsa de dormir.
- "Keh... Qué sujeto tan extraño, ¿pero por qué me habrá dicho eso? ¿Qué intenciones tendrá entre manos?" - se dijo Inuyasha a sí mismo; y luego se quedó viendo al cielo hasta que se durmió.
A la mañana siguiente, se pusieron en camino para la aldea inmediatamente después de desayunar.
- "Que pérdida de tiempo... Devolverle la memoria a esa mocosa humana..." - dijo Jaken cuando cruzaban el Bosque de Inuyasha para llegar a la aldea.
- "Jaken-sama, no sea tan malo con la pobre Kagome-chan..." - dijo Rin con una mirada de tristeza. Sin embargo, Inuyasha no pudo contenerse y le dio un puñetazo en la cabeza.
- "¡Y ya verás lo que te espera si vuelves a insultar a Kagome!" - dijo Inuyasha.
- "¿No te importa que golpeen a tu amigo?" - le preguntó Kagome a Sesshomaru inocentemente, pero Sesshomaru no respondió - "Supongo que no..." -
Cuando estaban llegando a la aldea, Gerardo se detuvo y miró hacia el cielo con una mano extendida hacia arriba y abierta.
- "Todos, va a llover..." - dijo Gerardo él. El ya tenía la habilidad de sentir cuando comenzaría a llover desde antes de que todo empezase, pero ahora que había recibido el poder sobre el agua, esto había amplificado esa habilidad hasta el punto en que cuando él decía que comenzaría a llover, eso es lo que pasaría al poco tiempo.
- "Lo sabemos, pero si llueve, podemos estar seguros de que no será lluvia normal..." - dijo Miroku también observando el cielo.
- "Keh, como lo pensamos. Naraku debe estar detrás de esto" - dijo Inuyasha arrogantemente.
- "Pero... ¿Con que propósito estará haciendo esto?" - preguntó Sango mientras se detenía y ponía una mano sobre su boca.
- "Sango, no te imaginas nada de lo que está por ocurrir allí... ¡Mwahahaha!" - dijo Naraku mientras los observaba desde su escondite - "Kagura... Haz que caiga la lluvia maldita..." -
- "De acuerdo..." - dijo Kagura desagradablemente mientras agitaba su abanico en círculos. Esto hizo que la lluvia empezase a caer sobre la aldea.
- "¿¡Que está pasando aquí!? ¡Está empezando a llover; y la lluvia es rosa oscuro!" - dijo Shippou asustado desde el hombro de Sango, mientras las chicas exceptuando Sango gritaban y ella y los chicos se preparaban para luchar.
De inmediato los Cristales Seirei de Gerardo y Gabriela empezaron a brillar y formaron una barrera a su alrededor, cubriendo también a Inuyasha, Kagome, Miroku, Shippou, Sango, Kirara, Rin, Jaken y Sesshomaru. Sin embargo, no permitía que vieran o escucharan lo que sucedía afuera.
- "¿Que pasará afuera? ¿Y por qué nuestros cristales hicieron esto?" - preguntó Gabriela asustada.
- "No lo sé, pero debe haber una muy buena razón para ello..." - respondió Gerardo con una cara seria mientras llevaba una mano al pomo de Ryuuga, lo cual hizo que todos menos Sesshomaru lo mirasen preocupados.
Mientras tanto afuera de la barrera...
- "¡Kaede-sama, tenemos problemas!" - dijo uno de los aldeanos.
- "¿Qué ocurre?" - preguntó Kaede de inmediato.
- "¡Hay una extraña lluvia afuera!" - dijo el aldeano.
Pero Kaede no tuvo ni tiempo de levantarse del piso de madera, ya que la lluvia tenía la propiedad de atravesar la materia sólida y los empapó al poco tiempo.
- "Tal parece que la lluvia está cediendo..." - dijo Sango al notar que las gotas de lluvia ya no repiqueteaban con tanta frecuencia en la barrera.
- "¡Genial! ¡Ya estaba aburriéndome de estar aquí encerrada!" - dijo Kagome mientras bostezaba.
- "Y ya estaba cansado de tener humanos a mi alrededor..." - dijo Jaken, pero sólo terminó recibiendo una buena golpiza de parte de todos exceptuando Inuyasha, Kagome, Shippou, Rin y Sesshomaru.
Al poco rato la barrera se disipó por sí sola y cuando vieron lo que estaba pasando con la aldea, no podían creerlo: por todas partes estaban niños llorando y llamando a sus padres, la mayoría de los cuales llevaban ropas mucho más grandes de su talla. Los pocos niños que llevaban ropas de la talla correcta estaban tratando de calmar a los que lloraban.
- "¿¡Que rayos pasó aquí!?" - se preguntó Inuyasha mirando de un lado a otro, mientras los demás se quedaron congelados con las bocas abiertas. Sesshomaru ni se inmutó ante esto.
- "¡Miren! ¡Son extraños; y están acompañados por tres youkais y un hanyou!" - dijo uno de los niños; y de inmediato todos salieron corriendo hacia el interior de las cabañas para esconderse. Los únicos que no hicieron esto fueron los que habían estado intentando calmar a los demás, los cuales se quedaron mirando de forma suplicante a los recién llegados.
- "Tal parece que le tienen aversión a los hanyous y a los youkais ahora..." - dijo Miroku frotándose la cabeza.
- "Excepto ellos..." - dijo Gabriela señalándolos con la mano cerrada.
- "Ehm... ¿pueden decirnos que pasó aquí?" - preguntó Gerardo mientras se acercaban a los niños.
- "Um, de repente comenzó a caer una extraña lluvia de color rosa oscuro sobre la aldea..." - respondió una niña que vestía un kosode azul oscuro.
- "Sí; y esa lluvia atravesaba los techos de las cabañas; y aunque a nosotros no nos hizo nada, a nuestros padres, abuelos y a todos los adultos de la aldea les pasó eso..." - dijo otro de los niños, el cual vestía un kosode verde.
- "Todos se volvieron niños y no recordaban nada de nosotros... pensaban que éramos de otra aldea o algo así..." - dijo otra niña, la cual vestía un kosode rojo y parecía estar al borde de las lágrimas.
- "Hmm, está bien... gracias" - dijo Gabriela inclinándose ante ellos.
- "¿Pero que vamos a hacer ahora?" - preguntó un niño que vestía un kosode marrón.
- "Entendemos la situación más o menos ahora, pero necesitamos un momento para que se nos ocurran ideas" - dijo Sango para calmarlos por un momento para luego regresar con los demás.
- "Por lo que veo el agua rejuvenecedora no afecta a los niños para nada" - le dijo Miroku a Sango con los ojos cerrados.
- "Sí, ni siquiera les borra sus recuerdos de nada... Que extraño..." - dijo Sango colocándose una mano sobre la barbilla.
- "¿Eh? ¿De qué están hablando ustedes dos?" - preguntó Kagome mientras ladeaba su cabeza.
- "¡De nada!" - respondieron ambos nerviosamente.
- "Sin embargo, esto es realmente un predicamento... No podemos sólo dejar la aldea con como están las cosas ahora..." - dijo Miroku mientras miraba a su alrededor. Pero entonces comenzaron a escuchar unos gritos que provenían de enfrente de ellos.
- "¡Kikyou-onee-sama! ¡Kikyou-onee-sama!" - gritaba una niña que llevaba un traje de miko varias tallas por encima de la suya. Tenía el cabello negro, los ojos marrones y se parecía bastante a Kagome y Rin. Tenía un parche colgando de lado derecho de su cabeza, aunque parecía tener ambos ojos intactos.
- "¿Eh? ¿Quién es esa niña y por qué estará llamando a Kikyou?" - preguntó Sango extrañada.
- "¡Hey, nunca llames a mi hermana de esa forma tan irrespetuosa!" - gritó la niña enfurecida mientras corría hacia ellos, pero se tropezó con el borde de su hakama sobredimensionada y cayó al suelo de bruces. El parche que llevaba en la cabeza cayó también al suelo - "¡Ah!" -
- "Oye, ¿te encuentras bien, niña?" - preguntó Inuyasha mientras caminaba y se arrodillaba a su lado.
- "Sí, creo que sí..." - dijo la niña con los ojos cerrados, pero cuando los abrió de nuevo, se ensancharon mientras los fijaba en Inuyasha - "¿Eres tú, Inuyasha?" -
- "¿¡Como sabes mi nombre!?" - preguntó Inuyasha espantado.
- "¿Pero cómo puedes serlo, si él es tan alto? ¿Y cómo conseguiste el rosario que mi hermana hizo?" - preguntó la niña sentándose a su lado cuando lo vió y notó el rosario.
- "¿Cómo conoces a Kikyou?" - preguntó Inuyasha, pero al mirar el rostro de la niña con más detenimiento, se golpeó a si mismo en la frente - '¿Puedo ser más estúpido? ¡Ya yo he visto a esta niña antes, aunque eso fue hace 50 años!' -
- "¿Eres Kaede, verdad?" - dijo Gerardo mientras la miraba con los ojos del tamaño de platos soperos.
- "¿Eh? ¿Cómo me conoces? ¿Y quién eres?" - preguntó Kaede ladeando la cabeza.
- "¡Somos amigos de Inuyasha!" - respondió Gabriela con una sonrisa.
- "Realmente eres Inuyasha, e incluso tienes amigos ahora... pero... ¿Cómo te volviste así de pequeño?" - preguntó Kaede extrañada.
- "Es una larga historia..." - dijo Inuyasha suspirando.
- "¿Y no has visto a mi hermana?" - preguntó Kaede mientras miraba a su alrededor en busca de señales de ella.
- "Sí, nos encontramos con ella hace unos días..." - dijo Inuyasha ruborizado. Kagome sintió una punzada de irritación al ver esto por algún motivo, aunque ella no supo exactamente a que se debía.
- "Espero que no hayas tratado de robarle la Perla..." - dijo Kaede con una voz acusadora.
- "¿Te refieres a esta cosita?" - preguntó Shippou mientras saltaba para quitar del cuello de Kagome el frasco que contenía el único fragmento de Shikon que llevaban y lo mostraba a Kaede.
- "¿Ese es un fragmento de la Perla? Entonces la Perla está..." - dijo Kaede ensanchando aún más sus ojos, pero luego su mirada cayó hasta el suelo - "¿Pero cómo...? Si mi hermana estaba protegiéndola... ¿Cómo pudo haberse roto?" -
- "Esa es una historia aún más larga..." - dijo Inuyasha exasperado - 'Y una que no estoy de humor para contar en este momento... Además, no quiero imaginarme como reaccionaría si supiera todo lo que le pasó a Kikyou...' -
Inuyasha no tenía muchas esperanzas en que esto funcionase debido a que las memorias de Kaede fueron borradas, pero aún así decidió probar suerte.
- "Por cierto... ¿Conoces algún método para regresarle la memoria a alguien?" - preguntó él cruzándose de brazos.
- "¿Por qué preguntas eso?" - le preguntó Kaede alzando una ceja.
- "Porque esta niña, Kagome, ha perdido su memoria y estamos tratando de hacer que la recupere. Por eso vinimos aquí, para ver si tú...err... si Kikyou sabía algo al respecto..." - respondió Inuyasha algo nervioso mientras llevaba a Kagome ante ella y sacudía la cabeza mientras se corregía a sí mismo. Afortunadamente no pareció notar el pequeño cambio que hizo a mitad de frase y en su lugar miró a Kagome para luego examinar el medallón que llevaba al cuello. Aparentemente, comprendió todo cuando hizo eso.
- 'Esta niña no se ve mucho mayor que yo... pero parece muy sabia, como mi abuelo... ¿Por qué será?' - pensó Kagome con la boca abierta de par en par mientras la examinaba Kaede. Kaede sólo asintió y se giró para mirar a Inuyasha.
- "Hmm, parece que alguien le puso alguna clase de maldición para borrarle la memoria y para anular los efectos restauradores del medallón. Esto es también lo que causó que la joya de memorias que el medallón llevaba se destruyese..." - explicó Kaede con el entrecejo fruncido.
- "¿Cómo sabes todo eso?" - preguntó Miroku parpadeando varias veces.
- "Mi hermana me ha explicado muchas cosas, Houshi-sama..." - dijo Kaede misteriosamente mientras sonreía con los ojos cerrados.
- "¿Y sabes si es posible conseguir otra joya para el medallón?" - le preguntó Sango.
- "Es posible, pero tendrían que viajar hasta la Aldea Ryuusei; la cual está muy apartada de aquí..." - dijo Kaede suspirando de modo solitario.
- "¡Bueno, eso no es problema! ¡Podemos ir hasta allá ahora mismo!" - dijo Gerardo cerrando una mano en un puño y sonriendo.
- "¡Entonces quiero ir con ustedes! ¡Quiero ir a esa aldea y conocerla!" - dijo Kaede mientras su cara se iluminaba con una sonrisa y sus ojos comenzaban a brillar.
- "¿Pero no habías estado allí antes?" - preguntó Sango retrocediendo ante su reacción.
- "No, sólo he oído rumores, pero... ¡He oído que además de todo esa es la mejor aldea de todas; y quiero verla!" - dijo Kaede cerrando sus manos en puños para luego ponerlas delante de sí. Sin embargo, luego se fijó en Sango - "Uh, ¿onee-san? ¿Es usted parte del clan de exterminadores?" -
- "Este... S-sí lo soy... ¿Lo adivinaste por mi Hiraikotsu?" - preguntó Sango mientras se giraba un poco para que su búmerang fuese más visible para Kaede.
- "Sí, pero es muy extraño... Yo vi a todos los miembros del clan de exterminadores cuando le entregaron la Perla de Shikon a mi hermana, pero no la vi a usted..." - dijo Kaede mientras miraba a Sango extrañada.
- "Er... Estoy segura de que es porque en ese momento yo estaba cumpliendo con algún trabajo en otro lugar..." - dijo Sango sonriendo nerviosamente, recordando como su padre le había dicho en una ocasión que su abuelo fue el jefe del clan hace 50 años y que él había sido quien le entregó la Perla a Kikyou. Kirara entonces maulló desde su hombro.
- "Ah, ya veo... Bueno, ¿nos ponemos en camino?" - preguntó Kaede con una sonrisa.
- "Um... odio preguntar esto, pero... ¿vas a ir vestida así?" - preguntó Gerardo para hacer notar lo obvio. Kaede se miró a sí misma y cuando notó que la ropas que llevaba eran muy grandes para ella, gritó de vergüenza y corrió de vuelta a su cabaña, levantándose el borde de la hakama para no volver a tropezarse y dejando las zori y tabi que había llevado hasta ese momento tirados en el suelo...
- "Bueno, creo que lo que pasó aquí es bastante obvio" - dijo Gerardo mirando alrededor.
- "Sí. Aparentemente esa lluvia estaba hecha de agua rejuvenecedora y alguien trató de impedir que nos encontrásemos con Kaede..." - dijo Miroku mirando al cielo con el entrecejo fruncido.
- "Keh, pero les falló: aún así obtuvimos información sobre como volver a Kagome a la normalidad, así que solo tenemos que ir a esa aldea Ryuusai..." - dijo Inuyasha.
- "Es Ryuusei..." - dijo Gabriela suspirando.
- "¡Keh! ¡Como sea!" - dijo Inuyasha girándose y cruzando los brazos. Al instante siguiente, Kaede salió de su cabaña llevando puesto un kosode naranja con marcas negras y un obi verde: se veía exactamente igual a como se veía hace 50 años, cuando Kikyou aún estaba viva. También cargaba un pequeño arco, un carcaj lleno de flechas, y llevaba zori en los pies.
- "¿Ahora si podemos partir?" - preguntó Kaede con una sonrisa.
- "Eh... ¿Pero qué harás respecto a Kikyou?" - preguntó Gerardo cruzando los brazos y frunciendo el entrecejo.
- "Le escribí una carta explicándole que estaré fuera por unos días" - respondió Kaede con una sonrisa, sin darle mucha importancia al asunto.
- "Umm, ¿y de dónde sacaste esas zori?" - preguntó Gabriela ladeando la cabeza.
- "Um, había un par nuevo justo al lado de donde saqué este kosode" - dijo Kaede bajando la mirada hacia sus pies - "Es también bastante raro, ya que han pasado meses desde la última vez que onee-sama compró un par para mí..." -
- "¿Tal vez las compró para ti en caso de que las necesitases?" - le susurró Gerardo a su hermana.
- "Sí... Pero ya es algo tarde para eso, ¿no crees?" - dijo Gabriela mientras le mostraba una triste sonrisa.
- "Pero aún tenemos un problema... ¿Quién va a cuidar a los niños aquí? No hay adultos en la zona..." - dijo Sango mientras miraba al grupo de niños que los miraban a todos ellos.
- "Es cierto... Y es tan extraño..." - dijo Kaede al notar que la situación en la aldea era todo menos normal.
- "¡Kaede-sama!" - oyeron una voz detrás de ellos: era un grupo de seis niños que fue hasta ellos.
- "¿Huh? ¿Quiénes son ustedes?" - preguntó Kaede al verlos, aunque retrocedió un poco al notar que todos ellos eran hanyou.
- "Kaede-sama, vinimos de la Isla Hourai y nos establecimos en la aldea hace poco. ¡Esperamos poder serle de utilidad!" - dijo la mayor de las niñas, Asagi con una sonrisa.
- "Y todos ustedes son hanyou?" - dijo Kaede algo sorprendida, pero al ver como la sonrisa de Asagi se había vuelto ligeramente amarga mientras asentía por respuesta, ella sonrió - "Ah, pero Inuyasha también es uno ¡y no es tan malo!" -
Luego empezó a acariciarle la cabeza a Inuyasha entre risitas, lo cual lo irritó.
- "¿¡Por qué rayos me tratas como si fuera tu mascota!?" - preguntó Inuyasha furioso mientras se separaba un poco de ella.
- "Hehe, perdona, no pude evitarlo..." - dijo Kaede con una sonrisa, pero luego se giró hacia Asagi con una expresión de desconcierto - "¿Y por qué me dices Kaede-sama? Si tenemos más o menos la misma edad..." -
- "Err... Es porque te respetamos mucho, ya que eres la hermana menor de Kikyou-sama..." - respondió Moegi cerrando los ojos y sonriendo, ya que a Asagi no se le ocurrió una respuesta lo suficientemente rápido.
- "Por cierto, permítannos presentarnos..." - dijo Gerardo mientras él y Gabriela se presentaban. Rin también hizo lo mismo, al igual que Kagome, a pesar de que todos la conocían ya.
- "Qué bien, Dai... Inuyasha tiene dos debiluchos más en su grupo..." - dijo Roku burlándose de ellos.
- "Si, parecen aún más débiles que él..." - dijo Dai, pero ambos recibieron un golpe en la cabeza de parte de Gerardo y Gabriela por su falta de respeto.
- "¡Más les vale que aprendan modales!" - dijo Gerardo jadeando de cansancio mientras Gabriela les sacaba la lengua.
- "Bueno, ¿puedo confiar en ustedes para esto? ¿Podrán cuidar a todos mientras estamos fuera?" - preguntó Kaede para regresar la conversación a su punto original.
- "¡Sí! ¡Estamos felices de ayudarte!" - respondió Ai sonriendo.
- "Umm... ¿puedo quedarme? Quiero jugar con ellos..." - dijo Kagome haciendo pucheros.
- "Lo siento, Kagome, pero es importante que vengas con nosotros" - dijo Sango mientras la miraba de modo apologético.
- "Sí. Podrás jugar con ellos tanto como quieras cuando volvamos" - dijo Miroku dandóle una palmada en el hombro.
- "Y jugaré contigo tanto como quieras, ¡Kagome-chan!" - dijo Rin sonriendo.
Con todo arreglado y decidido, todos partieron hacia la Aldea Ryuusei.
- "¡Inuyasha-onii-chan, vuelve a visitarnos pronto!" - le gritó Ai cuando estaban dejando la aldea
- "¡Lo haré!" - dijo Inuyasha despidiéndose con la mano.
- "¡Cuídense mucho!" - gritaron Shion y Asagi, mientras que Moegi sólo se despidió con la mano mientras les ponía vendas en la cabeza a los gemelos, los cuales seguían llorando por el dolor.
- "¡No se preocupen por nosotros! ¡Y cuídenlos bien!" - gritó Gerardo.
- "¡Nos vemos!" - dijo Gabriela.
- "¡Adiós!" - dijeron Rin y Kagome.
Y así comenzó su viaje para encontrar la aldea y regresar a Kagome a su estado normal.
(Fin del Capítulo)
(Ending: Every Heart)
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